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ichigo ichie

La expresión «ichigo ichie» se traduce literalmente como «una vez en la vida, un encuentro«.

Está muy relacionada con «aware«, ese aprecio que muestran los japoneses por pequeños detalles irrepetibles, efímeros y aparentemente insignificantes. Y sin embargo, tan especiales como para provocar nuestro asombro y suscitar nuestra empatía.

«Ichigo ichie», alude a la capacidad de apreciar el carácter efímero de nuestras relaciones con otras personas.

Pero también con las «cosas», con los acontecimientos que se suceden cada día (minuto a minuto), en nuestras vidas. Se trata de un sentimiento capaz de convertir cada instante compartido en un encuentro único y maravilloso.

ICHIGO: «una vez en la vida»

Una forma menos literal de traducir el significado de «ichigo ichie» podría ser: «en nuestra vida, cada instante cuenta».

El ritmo endemoniado con el que vivimos nuestras vidas, las distracciones y la rutina de nuestras relaciones, hacen que estemos habituados a prestar cada vez menor atención a las personas que nos rodean.

Pensamos que como mañana volveremos a coincidir en la cocina, en un pasillo de la universidad, en la oficina… volveremos a disponer de una nueva oportunidad para ser más receptivos, resultar más empáticos; para apreciar ese instante compartido.

ICHIE: «un encuentro».

Esto es así porque en ningún caso valoramos la posibilidad de que no volvamos a ver nunca a esa persona. No pensamos de que la vida (o la muerte) nos pueda separar de ella de un día para otro.

Pero, ¿qué sensación nos produciría esa pérdida inesperada y repentina de una relación con alguien de nuestro entorno familiar, profesional o social? Si hubiéramos sabido de antemano que sería la última vez que íbamos a estar con esa persona, ¿nos habríamos comportado de diferente manera?

Sin duda, habríamos estado más pendientes de cada pequeño detalle, procurando mantenernos en un estado de atención plena para ser mas conscientes de cada instante.

Descuidar el tiempo que pasamos en compañía de otras personas es despreciar la oportunidad que nos brinda la vida de disfrutar ese instante compartido con ellas.

Hacer único cada encuentro con otras personas solo depende de nosotros. No se trata de otra cosa que de ser amables, mostrarse receptivos, sensibles hacia la otra persona.

Y con mayor interés aún si se trata de personas desconocidas con las que la oportunidad de volvernos a encontrar se nos antoja remota.

Seguro que aún recuerdas a esa persona con la que coincidiste por pura casualidad en algún lado y que nunca más has vuelto a ver. Su solo recuerdo te hace sentir bien aún después de tanto tiempo. A penas fue un instante pero hubo algo de ella que se quedó dentro de tí, para siempre.

Esas relaciones ocasionales que surgen en situaciones inesperadas pueden ser un regalo. Encuentros esporádicos tan breves como impredecibles, nos demuestran que la calidad de nuestras relaciones no dependen de su duración.

Ser amables con las personas con las que no pensamos que volveremos a coincidir nuevamente es un gesto de generosidad que nos reconforta también a nosotros mismos.

Si prestamos atención y mostramos interés en cada encuentro (aunque se trate de desconocidos), estaremos viviendo cada instante nuevo con intensidad. Solo así podremos disfrutar de momentos fugaces irrepetibles que nos llenarán de energía positiva y aportarán valor a nuestras vidas.

Si pensamos en ello, tenemos suerte de podernos relacionar con otras personas cada día, de poder mirarlas a los ojos, escucharlas, interesarnos por ellas sinceramente o simplemente a las que poder sonreir.

Taneda Santōka, ese espejo en el que nos conviene mirarnos de vez en cuando para no olvidar que lo sagrado también puede habitar en nuestro interior, nos descubre la importancia de las relaciones efímeras con un haiku de apariencia, también, intrascendente:

una tos que no consigo que cese
y ni una mano
para darme unas palmadas en la espalda

Un haiku con el que Santōka nos revela su relación (y con él, la nuestra) con un acontecimiento trivial, un hecho con el que podemos toparnos por casualidad en nuestro día a día: un repentino ataque de tos.

Pero el poema también nos revela una ausencia. La de alguien que nos alivie esa incómoda tos con un gesto espontáneo y reconfortante. Alguien a quien seguramente no volveríamos a ver nunca, pero a quien probablemente recordaríamos agradecidos el resto de nuestra vida; simplemente porque nos procuró el consuelo y el alivio que necesitábamos estando justo detrás de nosotros en el instante preciso.

Con su ausencia en el poema de Santōka, aún se nos hace más evidente la valoración de las relaciones con esas personas que se cruzan en nuestro camino de forma casual, tan efímeras y aparentemente intrascendentes que solo duran el tiempo necesario para procurarnos tres o cuatro golpecitos en la espalda.

Si deseas comentarme algo o saber más sobre el alcance que tiene «ichigo ichie» con el hecho de vivir plenamente , escríbeme un email: guillermodevicente@ikigaicoach.es sin compromiso.

También puedes solicitar información sobre el programa enfocado ikigaicoach.es diseñado para ayudarte en la búsqueda de tu ikigai.

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